Casi muere el 7 de octubre, pero vivió para asistir a la boda de su hermana (y otros milagros del Centro Médico Herzog)

El soldado que vivió para asistir a la boda de su hermana- y otras historias del Centro Médico HerzogEl soldado que vivió para asistir a la boda de su hermana- y otras historias del Centro Médico Herzog

Cuando lo invitaron a dirigir el Centro Médico Herzog de Jerusalén, el doctor Jacob Haviv declinó la oferta. De hecho, la rechazó dos veces.

Para un destacado médico militar que había ascendido hasta la posición de coronel en las FDI, acostumbrado a la acción, a las misiones especiales y a los retos cargados de adrenalina, la idea de dirigir un viejo hospital geriátrico, psiquiátrico y centro de rehabilitación parecía poco sexy.

“En Israel, debo decir, tenemos una medicina hermosa. Medicina asombrosa, asombrosa. Somos muy, muy buenos. Nosotros, los israelíes, somos muy afortunados cuando tenemos un problema, un problema médico. Porque realmente recibimos lo mejor de lo mejor. Pero no todos. Y, lamentablemente, creo que si eres un anciano, o si sufres de problemas de salud mental, o necesitas rehabilitación, esto no es lo mismo. En la sociedad israelí, no somos tan buenos en esto. Por eso dije que no”.

Nos cuenta la historia sonriendo.

Admite que fue arrogante y confiesa la verdadera razón que lo llevó a aceptar finalmente: “Mi esposa estaba furiosa conmigo. Ella me dijo: ‘¿Qué clase de doctor eres? Si no lo haces tú, ¿quién lo hará? Hazlo’. Y realmente me presionó para que lo hiciera. Yo le dije: ‘está bien, intentémoslo’. Y tengo mucha suerte, porque realmente me enamoré de lo que estoy haciendo ahora”.

Así, Haviv dejó atrás una exitosa carrera militar y diplomática para convertirse en el director de un centro médico con 130 años de historia.

El primer hospital judío de Israel y el primer hospital psiquiátrico de Medio Oriente.

Ha venido a México, acompañado de nuestro amigo Elías Fasja,  cargado de historias- de esas que parecen milagrosas. Pero también trae consigo sueños. Planes. Muchos planes para un hospital que atiende a la población más vulnerable y olvidada del país: los ancianos.

Y a aquellos otros, los enfermos mentales, a quienes las sociedades suelen recluir para no tener que lidiar con la angustia que provoca en muchos su mirada.

“Adquirí mucha experiencia en cómo comandar, cómo liderar a mi gente, a mis soldados”, narra sobre su transición de la vida militar a la civil. “Y no hay mucha diferencia entre liderar o comandar soldados o comandar al personal en un hospital. La gente piensa que si eres un oficial, das una orden y la gente la cumple. Pero están equivocados.

“Lo harán solo una vez, tal vez. Necesitan creer en lo que estás diciendo. Necesitan creer en ti. Y también en el ejército era así. Siempre trataba de explicarles por qué era tan importante lo que iban a hacer. Así que es lo mismo en el hospital. Así que llegué al hospital con muchas habilidades”.

Como cabría esperar de un alto mando de uno de los mejores ejércitos del mundo, el doctor Haviv reluce autoconfianza. Pero a lo largo de esta charla irá mostrando también otras cualidades, como la compasión, la inteligencia y la vocación de servicio.

“Es como una misión para mí”.

Haviv quiere cambiar la situación en Israel en lo que respecta a las personas mayores, a quienes sufren problemas de salud mental.

“Y esto es lo que he estado haciendo durante los últimos cuatro años, puedo decir que con mucho éxito. Vamos a cambiar las cosas, no solo en el ámbito de la salud. Para mí, este cambio debe extenderse a todo el país. Debería ser un cambio nacional, porque es necesario transformar la manera en que nuestra sociedad piensa sobre estas personas”.

Para Haviv, la crisis provocada por el covid-19 catapultó cierto cambio en la mentalidad de la sociedad, que volteó a ver a los ancianos y a los enfermos mentales con más compasión. Sin embargo, dice, esto se olvidó pronto. Por eso ahora él presiona para impulsar un cambio. “Por ejemplo, construimos un edificio precioso para personas de edad avanzada, para los pacientes geriátricos”, dice.

“Es un edificio asombroso, y usualmente, en Israel, no hacemos lugares hermosos para ellos. En Israel amamos a nuestros niños y promovemos que nuestra gente tenga más hijos, así que designamos mucho dinero para eso. Entonces, si vas a un hospital israelí normal, ves hermosos cuartos para mujeres que van a dar a luz. Son lo mejor de lo mejor, y las personas ancianas están al final de la cadena“.

Ahora, asegura Haviv, cuando sus colegas de otros hospitales visitan el nuevo edificio geriátrico del Herzog se dan cuenta de que no pueden seguir haciendo las cosas como antes y vuelven con planes para construir o mejorar sus propias instalaciones geriátricas.

“Entonces, estoy muy feliz y muy orgulloso”.

Después del 7 de octubre

El ataque de Hamás en tierra israelí cimbró al país entero, y sus efectos se sintieron en todos los ámbitos de la vida nacional, incluyendo el de las instituciones médicas.

“Primero que nada, hubo muchos más pacientes. Soldados y otras personas que sufrían. Abrimos un nuevo departamento de rehabilitación física para personas jóvenes porque no había suficientes”.

Pero, al mismo tiempo, había menos personal. Una parte fue llamada al frente y otra tenía a sus esposos combatiendo. Las primeras semanas después del ataque del 7 de octubre, los kinders de Israel cerraron sus puertas, así que una buena parte del personal del Herzog tuvo que quedarse en casa a cuidar a los niños pequeños.

“Después, abrí un kindergarten especial para mi personal, para que pudieran dejar a sus hijos ahí. También tuve ayuda, tengo que decirlo, del Ministerio de Jerusalén y del Ministerio de Salud de Israel. Ellos me enviaron maestros y cosas así para ayudar. Fue muy lindo. Entonces, ese fue el principal desafío: cómo hacer más con menos”.

El doctor Haviv invocó entonces al coronel Haviv. Reunió a su equipo, en el que había muchos musulmanes israelíes, y habló con firmeza:

“Escuchen, esto es para lo que hemos sido llamados, o lo que nos han enseñado toda nuestra vida. Toda nuestra vida nos hemos estado preparando para este día. Y esta es la tarea más importante que vamos a hacer en nuestra vida. Espero que todos den más del 100%.

“Sí, en la vida cotidiana, como les dije, tenemos un personal muy dedicado, pero hoy es mucho más difícil. Así que les dije: ‘escuchen, quiero que trabajen aún más tiempo, no solo ocho horas al día, mucho más. Para que podamos brindar a las personas heridas un mayor esfuerzo y tratamiento, y que puedan volver a la vida que tenían antes o, al menos, hacer lo máximo por ellos’.

“Y estoy muy feliz de decir que casi todo mi equipo dijo que sí, incluso los musulmanes, incluso los musulmanes israelíes. Algunos de ellos tenían dificultades para salir de sus aldeas, porque al principio todo era muy estresante. Así que les habilité un lugar, lo organicé como un hotel para hombres y mujeres, y les proporcioné una cama, comida completa —no solo algo ligero, sino una comida completa— y un lugar para cambiarse y todo lo necesario para que pudieran quedarse en el hospital, seguir trabajando y ayudar a las personas que nos necesitan”.

Como muchos hospitales en Israel, el Herzog contaba también con una instalación subterránea, con capacidad para atender a 250 personas lejos de la caída de los misiles. Sin embargo, al estar en Jerusalén, una ciudad rodeada de asentamientos y sitios sagrados musulmanes, el hospital estaba a salvo de los ataques desde Gaza o desde Líbano.

Aun así, a Haviv le pidieron que preparara las instalaciones subterráneas para, en caso de ser necesario, recibir ahí a los pacientes y al personal de otros hospitales, ubicados más cerca del fuego enemigo. Eso implicó un gran reto logístico y muchísimo trabajo. Por suerte, dijo, ningún hospital en Israel tuvo que ser evacuado.

Un milagro en el Herzog

A petición de Enlace Judío, el doctor Haviv narra lo ocurrido con un soldado de las FDI, atendido por el personal médico del Herzog en los primeros días de la guerra:

“Un día después del 7 de octubre, nos enviaron desde otro gran hospital en Israel, a un soldado que estaba gravemente herido. Tenía lesiones en la cabeza y el pecho, y nos dijeron que no sobreviviría. Su historia es muy especial, porque casi había terminado su servicio en el ejército, así que estaba en casa ese terrible día del 7 de octubre. Cuando se enteró de lo que estaba ocurriendo con su unidad en la frontera, tomó su arma y su uniforme, salió de su casa y fue a la zona de combate, donde resultó gravemente herido. Sufrió un daño cerebral severo y llegó a nosotros en una situación extremadamente delicada, entre la vida y la muerte.

“Sus padres fueron increíbles. Siempre decían: ‘Él estará bien, él estará bien’. Pero la gran historia giró en torno a su hermana, que debía casarse unos meses después. Ella decidió que no se casaría sin su hermano. Siempre decía: ‘Voy a casarme con mi hermano a mi lado en la boda’. Esto generó un conflicto con la familia de su futuro esposo, porque para ellos no había ninguna posibilidad de que él se recuperara. Estuvo completamente inconsciente durante uno o dos meses, sin ninguna señal de mejora.

“Entonces, ella tomó una decisión. Se acercó a su hermano y le dijo:

‘Escucha, ¿quieres estar en mi boda? Si la respuesta es sí, por favor, parpadea dos veces’. Y él parpadeó dos veces. Fue un momento muy emotivo, todos lloraban, porque era la primera vez que mostraba una respuesta.

A partir de ahí, todos entendieron que debía estar en la boda. Esperaron hasta que estuviera mejor y, meses después, pudo asistir.

“Más tarde, ingresó en rehabilitación. Aún tiene muchas secuelas, pero ha logrado avances increíbles.

Por ejemplo, le enseñamos a comunicarse con los movimientos de sus ojos. Puede mirar una computadora y, en lugar de mover un mouse con la mano, lo controla con sus ojos.

Así es como se comunica con su familia y con los demás hoy en día. También ha aprendido a caminar un poco. Es realmente un milagro. Un milagro”.

Israel es un país acostumbrado a los milagros pero no tanto a lo que Haviv denomina una epidemia en la sociedad israelí: los problemas mentales. “Principalmente con nuestros soldados jóvenes, que han estado expuestos a cosas horrorosas.

“Por ejemplo, existe un batallón llamado Golani. No sé si mucha gente lo sabe, pero Golani es una brigada muy especial con soldados increíblemente valientes. El 7 de octubre sufrieron más que nadie, porque dos de sus batallones estaban en la frontera ese día.

De estos dos batallones, 72 soldados murieron en combate. Lucharon como héroes, pero eran muy pocos contra demasiados.

“Después de ese día, siguieron combatiendo como si nada hubiera pasado. Con el tiempo, más soldados se unieron a la lucha y, eventualmente, algunos empezaron a ser dados de baja. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de algo importante: mientras están en combate, los soldados solo piensan en actuar, en luchar, en sobrevivir, en eliminar a los terroristas. No reflexionan sobre lo que han vivido. Pero cuando son dados de baja y se quedan solos, sin sus compañeros, muchas cosas terribles pueden sucederles.

“Por eso, abrimos una clínica especializada para el trastorno de estrés postraumático y para los soldados que han sufrido más. Lo que les ocurre es que tienen flashbacks, recuerdos intrusivos que los atormentan. Pueden ser pesadillas, pero también pueden ocurrir durante el día. De repente, pueden estar sentados, como nosotros ahora, y un detonante los afecta. Lo difícil es que estos detonantes no siempre son evidentes. Puede ser algo tan simple como una bandera verde, un sonido en particular o incluso la voz de alguien.

Los niños también son víctimas, no solo el soldado

“Los detonantes son muy personales, muy específicos. Aunque hay algunos más comunes, como los ruidos fuertes, los aeropuertos con muchos aviones, o incluso el sonido de las puertas mecánicas de los autobuses al abrirse y cerrarse. También les afecta ver multitudes, como en bodas o cines. En esos momentos, pueden paralizarse, entrar en pánico, huir o romper en llanto, como niños pequeños. Se encierran en sí mismos y nadie puede tocarlos. Hay muchas historias como estas.

“Ya habíamos hablado sobre abrir esta clínica especial con el Ministerio de Defensa antes de la guerra. De hecho, comenzamos a negociar con ellos dos años antes porque sabíamos lo importante que sería. Contamos con un centro especializado en psicotrauma y somos muy buenos tratando el trauma y el estrés postraumático. Y justo antes de la guerra, apenas unos días o una semana antes, firmamos el contrato con el Ministerio de Defensa. Gracias a eso, pudimos abrir la clínica muy rápido después de la guerra.

“Ahora tenemos alrededor de 500 soldados con TEPT en nuestra clínica. Es un centro ambulatorio, no de internamiento. Algunos vienen todos los días, otros una vez a la semana, otros cada mes o cada dos meses, dependiendo de la gravedad de su lesión psicológica.

“Cuando abrimos la clínica, le dije a mi equipo: ‘Escuchen, esta es una misión sagrada. No me importa el dinero ni nada más. Lo único que me importa es que, cuando un soldado ponga un pie aquí por primera vez, diga: ‘Wow, este es el lugar que estaba buscando. Aquí me siento seguro’”.

Queremos darles todo. Es un centro holístico. Después del 7 de octubre, muchas clínicas en Israel abrieron para ayudar a los soldados y a los civiles con TEPT, y son lugares buenos. Pero en todo el país, solo hay dos centros que ofrecen un enfoque completo: el nuestro y otro cerca de Tel Aviv.

“Cuando digo que ofrecemos todo, me refiero a que no solo tenemos psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales. También tenemos terapias alternativas como terapia con yoga, terapia con baile, terapias grupales, terapia familiar con esposas e hijos. Hay un programa especial para padres e hijos, porque entendemos que los niños también son víctimas, no solo el soldado.

“Piensa en esto: un niño siempre ve a su padre como un hombre fuerte, valiente, capaz de todo. Pero de repente, su padre se convierte en alguien que no puede hacer nada, que se siente inútil y sin esperanza.

También tenemos programas con equinoterapia (terapia con caballos). Para algunos, es lo mejor que pueden hacer. Otros necesitan perros. Tenemos un programa con perros, especialmente perros guía, como los que usan las personas ciegas. Descubrimos que simplemente sostener y acariciar a un perro les ayuda muchísimo. Los perros están al 100% con ellos, siempre les dan lo que necesitan. Esto les devuelve la confianza y los hace sentir mejor consigo mismos. Y tenemos aún más programas especiales. Debo decir que es increíble. Es increíble, increíble, increíble”.

Como un hombre acostumbrado a la guerra, a las misiones especiales, a la adrenalina del combate, Haviv ha entrenado a su equipo de médicos y enfermeros para darlo todo por cada paciente. Su misión es clara: poner a los ancianos en la primera línea de batalla de la medicina. Darles esa “hermosa medicina” de la que otras especialidades gozan en ese país, punta de lanza en la materia.

Para cumplir su misión, esta vez no cuenta con el respaldo del gobierno, puesto que el Herzog es una institución de asistencia privada.  Si quieres saber cómo colaborar, ingresa aquí: https://www.herzoghospital.org/

 

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