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domingo 16 de marzo de 2025
Tal Shoham

Tal Shoham: Salí del túnel y volví a nacer

Tal Shoham, liberado de Gaza el mes pasado, habló este sábado de su cautiverio en manos de Hamás, informó Haaretz.

Shoham dijo en una entrevista con Fox News que pesar de la corta distancia entre la Franja de Gaza y el Kibutz Be’erí, donde fue secuestrado, son dos mundos distintos.

“El primero: increíblemente surrealista, cruel más allá de lo razonable. Y a solo 30 minutos [en el lado israelí de la frontera], un mundo de cordura, lógica, dignidad y compasión”.

“Así como alguien sale vivo de un útero, yo salí del túnel en el que me encerraron y volví a nacer”, expresó.

El 7 de octubre de 2023, Tal Shoham visitaba el kibutz con su esposa, Adí, y sus dos hijos, Yahel, de tres años, y Navé, de ocho para Simjat Torá con los padres de Adí, miembros del kibutz. Cuando se activaron las alarmas esa mañana, corrieron a la habitación segura junto con los padres de Adí, su tía, su prima y otra pareja.

Horas más tarde, los terroristas de Hamás llegaron a la casa. Shoham salió para intentar dialogar con ellos, pero pronto obligaron a toda la familia a salir. Los hombres armados ejecutaron a varios de ellos en el acto, incluyendo al padre de Adí, Avshalom Harán, a sus tíos, Lilaj y Eviatar Kipnis, y a su cuidador, Paul Castelvi.

“Salí y levanté las manos. Un hombre con mirada asesina me condujo a la calle y a un vehículo. Vi a unos 40 terroristas fuertemente armados. Algunos me filmaban con sus teléfonos. Estaba en shock: había un batallón entero de terroristas de Hamás dentro de nuestro kibutz, cadáveres de conocidos asesinados en el suelo, y se reían sin miedo”.

Al llegar a Gaza, la multitud se concentró a su alrededor.

“Adolescentes con palos corrieron hacia mí, intentando golpearme por todos lados”. continuó Shoham. Dijo que sus captores le apuntaron con un rifle y creyó que lo matarían.

Dije: ‘No tengo control si me matan o no’, y levanté las manos, pero me negué a arrodillarme. ‘Si quieren matarme, mátenme, pero no me ejecutarán como el Estado Islámico‘.

“Gritaban: ‘¡Soldado! ¡Cerdo! ¡Sionista!’ Una multitud se amontonó a mi alrededor, chicos con porras de madera intentando golpearme. Pero yo solo saludé y sonreí. No mostré miedo. ‘Me han capturado, pero no verán terror en mis ojos'”.

Shoham estuvo retenido en la casa de una familia gazatí, solo y encadenado, durante 34 días.

“Durante los primeros tres días, comí pan. Luego, dejaron de dármelo. La comida estaba cada vez más racionada”, dijo.

Peor que el hambre extrema era no saber si su familia estaba viva. “Nunca en mi vida había experimentado un sufrimiento como este. El aislamiento, estar solo con pensamientos constantes, era peor que incluso el hambre extrema”.

“Tuve que aceptar que mi familia estaba muerta. Me senté en el suelo y me imaginé su funeral. Me paré frente a una tumba, una grande para mi esposa y dos pequeñas para mis hijos, y le hablé a cada uno. Les agradecí el tiempo que habían dedicado. Les dije que siguan adelante. Lloré, pero no dejé que mis captores me vieran. Eso fue lo más difícil que he hecho: enterrar a mi familia en mi mente”, dijo Shoham.

Tal Shoham

Tal Shoham con su esposa, hijos y padres tras su liberación el mes pasado. Crédito: Portavoz de las FDI.

Después de 34 días, Evyatar David y Guy Gilboa-Dalal fueron llevados a la casa donde estaba retenido. “Hamás los torturaba a diario, golpeándolos y negándoles alimento mientras comían delante de ellos”, dijo Shoham a Fox News. A los rehenes solo se les permitía consumir unas 300 calorías diarias (Shoham bajó de 79 a 50 kilos) y tenían prohibido hablar. “No podíamos movernos de nuestras camas ni hablar. Solo susurrábamos”.

Evyatar David y Guy Giboa-Dalal

Evyatar David (derecha) y Guy Gilboa-Dalal.

Tras 50 días en cautiverio, Shoham recibió una carta en la que le informaban que su esposa e hijos habían sido secuestrados y liberados en noviembre de 2023.

“La leí con manos temblorosas. Lo más importante había sucedido: mi familia estaba a salvo. Ya no necesitaba ser padre y esposo para protegerlos. Ahora podía concentrarme en mi guerra, la que sabía librar, la guerra de supervivencia”.

En junio de 2024, Shoham, Gilboa-Dalal y David fueron trasladados en una ambulancia que Hamás utilizaba para el traslado discreto de rehenes a un túnel subterráneo con Omer Wenkert.

Había cuatro colchones en el suelo y un agujero que servía de inodoro. “Me llevó semanas dejar de sentir que las paredes se cerraban sobre mí, adaptarme a la falta de oxígeno”.

Dijo que él y Evyatar tenían infecciones graves debido a las condiciones del cautiverio, pero no fueron atendidos por meses.

“Mi pierna se puso azul, amarilla y morada debido a una hemorragia interna. Nos dieron anticoagulantes a todos, temiendo que pudiéramos desarrollar coágulos por la inmovilidad. Finalmente, se dieron cuenta que el problema era la desnutrición y nos dieron suplementos durante siete días. Sabía a comida para perros, pero mejoró drásticamente nuestra condición”.

Cuando Shoham finalmente fue liberado después de 505 días en cautiverio y se reunió con su familia, dijo que tardó días en asimilarlo.

“Fue un sueño hecho realidad, pero aún lo sentía como un sueño. Me tomó unos días comprender que era real. Fue difícil de asimilar. Las emociones me inundaron, como si flotara por encima de todo”.

Tal Shoham

Tal Shoham a su llegada al Hospital Beilinson, en el centro de Israel, el mes pasado. Crédito: Ohad Zwigenberg/AP

“Entre nosotros, los rehenes judíos, reinaba la pureza. Había dignidad. Los terroristas infligieron todos los horrores que quisieron, toda la crueldad y el dolor que pudieron, nos impusieron su inhumanidad. Pero en nuestro espacio, preservamos nuestra pureza interior, nuestra humanidad entre nosotros. Y eso fue crucial para salir de allí sin ser destruidos”.

Para Shoham, Evyatar David y Guy Gilboa-Dalal son sus hermanos. “No puedo dormir por las noches sabiendo que siguen allí”, concluyó.

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