No, aún no.
Pero las señales se multiplican y, al mismo tiempo, las resistencias y la oposición por parte de la Histadrut, las asociaciones profesionales,
especialmente académicos y abogados, y el público en general que en los últimos días multiplican las manifestaciones en las principales ciudades de Israel, sin rendirse al violento proceder de las fuerzas policiales.
El gobierno de Benjamín Netanyahu, después de decidir ayer el despido de Ronen Bar, director del servicio de seguridad Shin Bet, se dispone a desalojar en las próximas horas a Gali Baharav-Miara de su puesto como asesora y responsable de los servicios jurídicos en el gobierno.
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Varias fuentes nutren el apetito autoritario del gobierno. El encuentro de Bibi y Sara su esposa con Trump en Washington es uno de ellos, oscura tendencia a la cual se han plegado todos los miembros del gobierno.
Ambos saben que un viraje autoritario no será reprobado por la Casa Blanca en marcado contraste con los gobiernos de Europa Occidental.
Yitzhak Herzog, como presidente de Israel y la Corte Suprema Justicia, así como los canales de televisión 11, 12 y 13, muestran en las últimas horas franca resistencia a los apetitos de Netanyahu al tiempo que se multiplican los signos de un amplio repudio en su contra.
Cabe lamentar en estas graves circunstancias la gratuita violencia que la policía muestra a las masivas manifestaciones de un inquieto público que hoy teme la erosión de las libertades que hasta aquí nos han protegido. Formadas y dirigidas por el afiebrado Itamar Ben Gvir no cabe esperar una conducta desigual.
Graves circunstancias, hoy de origen interno, que ponen en sensible aprieto la vida democrática de nuestro país.
Cabe agregar que el tránsito a un gobierno autoritario similar al de Turquía y Hungría, países que inspiran a no pocos ministros en el gobierno, no dejará de afectar gravemente la equilibrada vida de las diásporas.
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